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Mostrando las entradas de septiembre, 2018

Visibilizarme? No, gracias

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    Una regla de oro, una de esas sentencias imperecederas que resisten el paso de los años, nos dice que cuando una mujer entra al baño, debe cerrar la puerta. Se sabe a qué entró y se sabe lo que pasa adentro, pero no hay porqué exhibirlo.    Internet nos pone en contacto con muchas personas de todos los sexos. Entre ellos, están los revolucionarios de la sociedad informática que dicen luchar para que su sexualidad, sus gustos y sus preferencias, sean visibles para la sociedad urbana en la que viven y exigen adhesiones a su causa como condición para no ser tachada de falsa o careta - Porqué utilizas un nick? Tienes miedo a no ser aceptada? - No. Lo que ocurre es que mi familia y mis amistades no tienen porqué saber de mis gustos sexuales.    Mario Vargas Llosa sentenció que para disfrutar a Sade era indispensable  la nerviosa clandestinidad.  La intimidad sádica debe ser secreta, el motor de la sexualidad es el morbo clandestino y transgresor. Mi morbo es

Poledance

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 En  la Argentina  es  el baile del caño.  En el mundo, el  poledance.  Símbolo moderno del  striptease  y condenado por inmoral y machista, el baile del caño ha ido ganando respetabilidad desde que comenzó a ser considerado una disciplina deportiva como la gimnasia artística. El número de torneos de atletismo y  fitness  que incluyen al poledance como parte de sus competencias va en aumento. La gente común y prejuiciosa no ha tenido más remedio que empezar a aceptarlo. Por supuesto, siempre y cuando la bailarina aclare que lo practica como forma de ejercicio físico y no como baile sensual.     Es muy positivo que el baile del poledance haya roto las barreras que lo ataban al ambiente del cabaret y también que muchas mujeres que no tienen el físico y la belleza de una  stripper  (mujeres maduras, madres, trabajadoras o estudiantes) se atrevan a experimentar a través de una danza el reconocimiento de la sensualidad inherente al cuerpo femenino , una sensualidad que ha sido histór

Lobos, Caperucitas y un largo tapado blanco

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   Mi intención siempre fue cazar. Mejor dicho  cazarlo  y sentir ferozmente que está rendido ante mi seducción. Las mujeres sabemos cuando queremos cazarlo pero solemos tomar una decisión que implica el camino largo, el de la Caperucita previsora, lleno de vueltas, histeriqueadas y desvirtualidades del objetivo. Algunas pocas elegimos  el camino corto que nos lleva derecho a lo que queremos.    El camino corto, en mi caso, tenía que ver con un tapado blanco. Blanco y largo, casi hasta los tobillos.   El camino corto es el que me lleva hasta el lobo feroz. Nunca quise evitarlo ni esconderme. Encontrarme en el bosque cara a cara, o mejor dicho, escote o cruce de piernas a cara boquiabierta; esa es mi misión. Me gusta provocar al planeta supuestamente encarador y me aburre llegar al hogar de buena ley, con los pastelitos ilesos sin haber al menos teteado un ratito con el lascivo lobo y ver que tal tiene los dientes.    Era una mañana de viernes hace algunos

Feminización...forzada?

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    Hace unos años, en una de esas mañanas de fin de verano, mientras desayunaba, me puse a hojear unos antiguos apuntes que había escrito sobre Sacher-Masoch y su Venus. No es la primera vez que me descubro presa de la excitación que el romántico incurable y empedernido que fue Leopoldo genera en mi psiquis de domme pero esta vez, por algún desconocido motivo (un sueño erótico de la noche anterior?) me sentí extrañamente excitada y enamorada. Me emocioné con el concepto de la hipersensualidad como principal atributo de su Venus (la mujer ideal) y de inmediato sentí en mi interior una pulsión a jugar a ser hipersensual. Pero esa mañana, mi rutina no me ofrecía masturbarme ni citarme con un amante o visitar algún sex shop. Diagramé entonces en mi mente, siempre ansiosa por conocer nuevos placeres, un nuevo recorrido para cumplir con mis flamantes deseos. Tengo buena memoria para recordar algunos lugarcillos de segunda categoría (ningún degenerado merece mercadería de calidad)

Dominar es darme los gustos

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   Egoísta. Ególatra. Altanera.   Así nos denuncian a las Dóminas, pretendiendo descalificarnos. Lo peor es que tienen razón. Yo siempre gocé el sexo haciendo lo que quise, como quise y cuando quise por la simple razón de que pude hacerlo y entonces lo hice. Así me place. En el sexo, soy YO y primero Yo. Yo busco el placer, y si lo encuentro, lo quiero todo para Mí.    No soy humilde. No tengo porqué serlo.  Mi identidad de Ama no la construí sobre caridades ajenas ni necesidades o carencias.  Al pedestal del Femdom hay que subir con un esbelto movimiento de cintura, melena soberbia y mirada altanera. No se sube arrastrándose, ni pidiendo permiso, ni por la gracia de algún sumiso que te valide con su  entrega . Las formas son cuidadas y estereotipadas pues la esencia de la dominatriz lo amerita.  Sin formas no hay esencia . En la dominación femenina, las formas lo son todo.    Si leíste por ahí que una Ama es una especie de  mamita  que se dedica a cuidar las necesi