Dominar es darme los gustos
Egoísta. Ególatra. Altanera. Así
nos denuncian a las Dóminas, pretendiendo descalificarnos. Lo peor es que
tienen razón. Yo siempre gocé el sexo haciendo lo que quise, como quise y
cuando quise por la simple razón de que pude hacerlo y entonces lo hice. Así me
place. En el sexo, soy YO y primero Yo. Yo busco el placer, y si lo
encuentro, lo quiero todo para Mí.
No soy humilde. No
tengo porqué serlo. Mi identidad de Ama no la construí sobre caridades
ajenas ni necesidades o carencias. Al pedestal del
Femdom hay que subir con un esbelto movimiento de cintura, melena soberbia
y mirada altanera. No se sube arrastrándose, ni pidiendo permiso, ni por la
gracia de algún sumiso que te valide con su entrega. Las
formas son cuidadas y estereotipadas pues la esencia de la dominatriz lo
amerita. Sin formas no hay esencia. En la dominación femenina, las
formas lo son todo.
Si leíste por ahí
que una Ama es una especie de mamita que se dedica a cuidar
las necesidades de los sumisos, yo agrego que es muy probable que ella no tenga
gran cosa para dar. Quizás por eso, ella te necesite como sumiso. Mujeres
incapaces de desarrollar mecanismos de seducción en su vida sexual terminan
volcándose hacia la protección de otros como un escapismo. Ya sabemos que
cuando se trata de una mujer, la sociedad premia el sacrificio altruista.
También en el BDSM. Allá ellas.
El mío es un
comportamiento vampírico más que narcisista. No se trata de creerse superior y
esperar la ofrenda sino que Yo quiero algo (todo) del otro sin otra lógica ni
explicación que mi placer. Así me encuentro con Mi identidad domme y
el otro, al entregarse puede decirse así mismo sumiso. Yo soy
quien pone los colmillos en el cuello de un objeto sexual, sin importar su
condición de sujeto porque sólo busco la savia sumisa para llegar a Mi máxima
satisfacción, que no tiene por qué traducirse en su orgasmo aunque casi siempre
termina así.
Dominar es darme los gustos. Exijo y me dan. Y como me dan sin reparos, más me envicio. Ese capricho de viciosa mezclado con la dosis justa de altanería, es lo que nos caracteriza a las Dóminas como las grandes egoístas del sexo.
Dominar es darme los gustos. Exijo y me dan. Y como me dan sin reparos, más me envicio. Ese capricho de viciosa mezclado con la dosis justa de altanería, es lo que nos caracteriza a las Dóminas como las grandes egoístas del sexo.
Este blog reproduce algunas columnas ya posteadas en Sado Sensual y Femenino
ResponderBorrarsadobyroxy@blogspot.com.
UNA GENIALIDAD ,COMO SIEMPRE
ResponderBorraratentamente
commendatore